En estos últimos años, en España, turismo cannábico se ha desarrollado hasta alcanzar unos niveles que, en Europa, solo se habían dado en Holanda. El consumo de marihuana está cada vez más normalizado socialmente, sobre todo entre los jóvenes, y según datos del Observatorio Europeo de las Drogas, el año 2015 un 17% de los jóvenes españoles eran consumidores. Además, el cultivo se ha extendido por todo el país y con ello el número de comercios especializados, de bancos de semillas y de asociaciones cannábicas.

La cultura del cannabis ha echado raíces en Barcelona y la comparación con Amsterdam ya es inevitable. Actualmente, en Barcelona hay algo más de 120 clubs sociales de consumidores de cannabis, además de un museo dedicado a la marihuana, un gran número de grow shops y varias ferias y eventos destacados del mundo verde. Solo hace falta echar un vistazo rápido por internet para darse cuenta que un sinfín de páginas sitúan esta ciudad entre las mejores del mundo para consumir marihuana. Algunas, incluso, poniéndola por encima de Amsterdam.

¿A qué se debe el gran auge del turismo cannábico que está experimentando la ciudad condal? ¿Es realmente Barcelona la nueva Amsterdam?

turismo cannabico barcelona

Turismo cannábico en Barcelona

Barcelona es una ciudad amable: el tiempo y las temperaturas se portan casi todo el año, sus gentes son abiertas y de carácter simpático, se come de lujo, es una ciudad barata comparado con otros destinos europeos... Todo esto atrae millones de turistas al año. Pero seamos claros, el turismo cannábico tiene su auge en el elevado número de clubs sociales de consumidores de cannabis y en la gran oferta, vía internet, de (dudosos) tours cannábicos. Los turistas llegan atraídos por estos clubes y con el deseo de degustar las diferentes variedades que estos ofrecen. Lo que la mayoría ignora es que, a diferencia de los míticos coffee shops, que son públicos y permiten el acceso a cualquier persona, los clubs sociales solo están abiertos a sus miembros, y tan solo se puede acceder a ellos siendo invitado por uno de sus socios. No obstante, los tours cannábicos ofrecen ayuda y facilidades para acceder, e incluso rutas guiadas por varios clubes. A pesar de estas limitaciones, muchos turistas valoran positivamente el ambiente distendido, próximo y relajado que se respira en los clubs sociales de Barcelona, bastante alejado del ambiente de pub de los coffee shops. Pero eso no es todo, el precio del cannabis es más económico que en Amsterdam. Mientras en Barcelona 1 gramo oscila entre los 6 y los 12 €, en Amsterdam este precio se mueve entre los 8 y los 16€/g.

museo marihuana

Hash Marihuana & Hemp Museum

Los más curiosos, también pueden disfrutar del Hash Marihuana & Hemp Museum. El mítico museo holandés abrió las puertas del Palau Mornau de Barcelona en 2012. Aquí, a parte de exposiciones temporales, se expone una colección fija que recorre toda la historia del cannabis, con objetos tan destacados como una pintura de Rembrandt o una gran colección de pipas de todos los lugares del mundo.

Además, Barcelona acoge, al largo de toda la temporada, varias ferias, competiciones y eventos relacionados con la marihuana. Desde 2002, en Cornellá se celebra una de las mayores ferias cannábicas del mundo: Spannabis; que recoge todos los sectores relacionados con la planta del cáñamo, desde la industria (textil, alimentación, cosmética...), hasta el cultivo y el consumo; y que coincide con las ponencias de las World Cannabis Conferences y con la Cannabis Champions Cup.

Pero si alguien se cree que la relación de Barcelona con la marihuana es algo de hace cuatro días, está muy equivocado. Pues este enlace se encuentra reflejado, des de 1888, en uno de los monumentos más icónicos de la ciudad. Se trata del monumento a Cristóbal Colón, el conjunto escultórico situado en la plaza del Portal de la Paz, cuya columna está rodeada, en la parte central, por hojas de marihuana. Y es que mucho antes de la estigmatización del cannabis, el cáñamo era un producto de uso muy frecuente. En navegación, las cuerdas de las embarcaciones se hacían con cáñamo, y los tablones también. Resulta que Colón no solo descubrió América, sino que también importó el cannabis al nuevo mundo. En la travesía hacia las Américas embarcaron cáñamo, por si había que hacer reparaciones náuticas; cargaron semillas, destinadas a la alimentación y, una vez allí, al cultivo; y, además, llevaron aceite de cáñamo para las lámparas.

amsterdam coffee

Qué ha pasado con Amsterdam

La recién popularidad de Barcelona no se debe solamente a sus clubs sociales, el hecho de que rivalice con Amsterdam es, en gran parte, gracias al gobierno holandés. Amsterdam, paraíso verde de Europa, pionera en la lucha por la normalización de la marihuana, hoy aprieta el cerco contra la producción de cannabis. Durante los últimos años, una consecución de gobiernos conservadores ha puesto todo su empeño en crear leyes y sanciones destinadas al cierre de coffee shops, con la intención de que la capital holandesa deje de ser un destino turístico cannábico. Desde 2013, han sido muchos los locales que han tenido que cerrar sus puertas a causa de la imposición de nuevas normativas urbanas y arquitectónicas. Por otro lado, se ha limitado a 500g el peso máximo de cannabis que puede poseer un local, y a 5g el máximo que puede comprar un cliente; y las últimas propuestas apuestan por limitar el acceso a los coffee shops a residentes, como ya sucede en el sur del país desde 2013.

Pero aún hay más. Estas medidas no afectan solamente a los coffee shops. Desde 2015, una ley conocida como “ley grow shop”, penaliza cualquier actividad relacionada con el cultivo profesional de marihuana. Esta ley, que no impide a los grow shops poder seguir vendiendo semillas, prohíbe a este tipo de comercios vender cualquier elemento de jardinería, ya sean fertilizantes, lámparas o armarios de cultivo.

La verdadera situación de Barcelona

A pesar de los avances en el proceso de normalización del cannabis, la regulación no se adapta a esta realidad. El crecimiento de los clubs cannábicos en Barcelona llevó al ayuntamiento a dar un paso adelante y tratar de regular estos espacios (hasta donde alcanzan sus competencias). Así, el pasado mayo de 2016, se aprobó la normativa reguladora de asociaciones cannábicas. Sin embargo, esta regulación, aunque permitió seguir abiertos a muchos locales, no va más allá de una serie de normativas urbanas y arquitectónicas, no resuelve los problemas de alegalidad de estos clubes, ni reconoce sus derechos y obligaciones; la producción, los derechos de los trabajadores y la despenalización del comercio pertenecen al ámbito estatal, con lo que la situación se encuentra parada.

Mientras tanto, las noticias sobre asociaciones se suceden. No hace ni diez días leíamos en los titulares el cierre de la enésima asociación cannábica, clausurada por orden judicial y acusada de captar en la calle a unos 100 turistas extranjeros al día. La mala praxis de algunos clubs menguan los esfuerzos y la lucha de la CatFAC (Federació d’Associacions de Cànnabis de Catalunya). Páginas que presentan tours cannábicos; webs que ofrecen formularios online a turistas para que se inscriban como socios, incluso antes de llegar a Barcelona; clubs que contratan a jóvenes a comisión para captar a clientes por la calle; asociaciones que permiten ser socio en cuestión de minutos; todos ellos, se aprovechan de la situación de las asociaciones para hacer un negocio lucrativo, lo cual es ilegal. Los clubs cannábicos pertenecen a los socios, no se permite la venda ni la compra, no pueden tener finalidades lucrativas y están limitados a los residentes legales en Cataluña. Sin regulación, las mafias se aprovechan.

Una nueva regulación solucionaría los vacíos legales, combatiría el narcotráfico y la economía sumergida, y protegería a los trabajadores y consumidores del sector. De este modo, haciendo las cosas bien, Barcelona podría llegar a ser la capital europea del cannabis.

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