El no-till farming (en español labranza cero o siembra directa) es una manera de cultivar que prioriza el estado del suelo y la relación de los organismos que viven en él. Más que un método o un conjunto de técnicas, el no-till es una filosofía, una forma de entender la agricultura como la reproducción de un ecosistema. Se preserva el suelo y se aprovechan sus procesos naturales, es decir, el cultivo se sirve de la interacción de los organismos vivos que habitan en el suelo (plantas, animales, bacterias, hongos, algas y demás) y de los flujos de energía y materiales que lo atraviesan.

La labranza, ya sea para eliminar malas hierbas, airear el suelo, o prepararlo para la siembra; comporta romper el suelo viejo y sus capas de tierra, crear concentraciones desequilibradas de bacterias, dañar las hifas fúngicas (la red de filamentos que conforman la estructura del cuerpo de los hongos) y las estructuras donde habitan los organismos más grandes (como las cuevas de las lombrices). La agricultura No-till rechaza los movimientos de tierra, así como la alteración del suelo a través de fertilizantes químicos y pesticidas; las bacterias, los hongos y los organismos vivos son los encargados de airear y regenerar el suelo.

La cadena alimentaria del suelo

Para entender qué es un suelo equilibrado, qué hacen los organismos del suelo, cómo interaccionan entre ellos y cómo afecta todo eso a las plantas, es fundamental saber cómo funciona, a grandes rasgos, la cadena trófica del suelo (el proceso de transferencia de sustancias nutritivas a través de las diferentes especies que habitan el suelo).

Las plantas absorben la energía solar y la combinan con minerales y CO2, formando compuestos orgánicos que servirán de alimento para bacterias y hongos. Éstos excretarán esta materia orgánica en forma de nutrientes que a su vez volverán a la planta como alimento.

Bacterias y hongos también se alimentan de los exudados de las raíces. La planta varía la composición química de estos exudados a lo largo de las distintas fases de crecimiento, para atraer a los organismos que le sean más beneficiosos en cada una de estas fases.

Estos organismos son los nematodos, los protozoos, los artrópodos y las lombrices. Se alimentan de las bacterias y los hongos, y excretan materia orgánica que vuelve a servir de alimento, tanto para estos últimos como para las plantas. Además, airean el sustrato, mejoran su estructura, le aportan fertilizantes naturales y nos ayudan a regular el ph.

No till

No-till en el cultivo de cannabis

Cuando hablamos de No-till aplicado al cultivo de marihuana, estamos hablando de cultivar en un suelo orgánicamente rico. Es una técnica que podemos aplicar a gran y pequeña escala, válida tanto para interior como para exterior. Se trata de crear nuestro propio suelo, un suelo vivo y equilibrado, que sea prácticamente autosostenible y reutilizable temporada tras temporada, capaz de regenerarse a través de sus propios procesos naturales sin necesidad de removerlo, añadir nutrientes, fertilizantes ni químicos; y que nos recompense con unas plantas sanas y de calidad.
¿Suena genial, verdad?
Como siempre, la práctica suele ser más compleja que la teoría y, aunque sería maravilloso crear nuestro ecosistema cannábico, como un bosque de verdes plantas de marihuana a las que no tuviéramos más que regar y contemplar con cariño, la verdad es que nuestro suelo requerirá atención y cierto mantenimiento por nuestra parte. Tendremos que estar pendientes de nuestras plantas con tal de identificar las carencias que puedan tener y tratar de rectificarlas.

No-till: Ventajas e Inconvenientes

Las ventajas de esta técnica son muchas y muy significativas:

  • Suelo resistente
  • Aireación natural del suelo
  • Buena retención de la humedad
  • Buen drenaje
  • Cultivo sostenible
  • Producto natural y ecológico
  • Sabores puros, los terpenos no se ven alterados por químicos ni pesticidas
  • Ahorro económico en materiales (fertilizantes, nutrientes, químicos...)
  • Ahorro de tiempo (si nuestro cultivo se autosostiene no necesitaremos estar encima durante el proceso de crecimiento).

Por otro lado, el mayor inconveniente de un suelo vivo es precisamente éste, que está vivo. El hecho de que nuestro cultivo contenga una gran cantidad de microorganismos no significa que todos ellos sean beneficiosos, incluye también aquellos que no lo son, así como aquellos que causan enfermedades y plagas. Cuando promovemos la vida en el suelo, lo que hacemos es promover hongos, bacterias, ácaros, gusanos e incluso insectos grandes.

Por este motivo es fundamental el equilibrio. Un suelo equilibrado es un suelo sano. Los hongos, las bacterias y los organismos beneficiosos nos ayudan a regular aquellos que no lo son,  suprimen sus efectos nocivos y controlan naturalmente los ácaros, los malos hongos y las plagas sin necesidad de pesticidas.

Cómo hacer un suelo vivo

Para crear un suelo orgánico, autosostenible y que podamos reutilizar, lo principal es crear una buena base. Hay quienes empiezan con una tierra altamente abonada, quines prefieren otra más light, algunos le añaden perlita, otros fibra de coco... Incluso hay quienes simplemente agarran un puñado de lombrices y las arrojan a sus macetas. Tenlo claro: no existe una fórmula definitiva. Cada cultivador tiene su receta maestra y solo la práctica y el tiempo te dirán dónde aciertas y dónde fallas, qué puedes añadir y qué debes descartar.

Nuestra receta:

  1. Escoge una buena tierra, que sea biológica y esté ligeramente abonada (tipo lightmix). Añádele un poco de fibra de coco, ésta nos aportará esponjosidad y una buena retención de la humedad que nos ayudará con la absorción de nutrientes. Si quieres, también puedes añadir vermiculita para una buena aireación y retención de agua.
  2. A continuación añádele compost a partes iguales (misma cantidad de compost que de la mezcla anterior). Puedes hacer tu propio compost o comprar materia orgánica ya descompuesta (guano o humus). Si haces compostaje en casa asegúrate de que esté maduro cuando lo añadas (debes prepararlo con al menos un par de meses de antelación). Aunque uses tu propio compost te recomendamos que también añadas guano de murciélago y humus de lombriz, así asegurarás a tus plantas el fósforo y el potasio necesarios para la fase de floración.
  3. Agrega trichoderma y micorrizas a la mezcla para prevenir los hongos nocivos y ayudar al equilibrio de hongos y bacterias mientras las plantas todavía son jóvenes.
  4. Finalmente puedes añadir algas para dar verdor y vitaminas a tus plantas, y aportarles los nutrientes necesarios para la fase vegetativa; y calcio para facilitar la absorción de nutrientes, estimular el crecimiento y ayudar a la regulación del ph del sustrato.
    Mézclalo todo a consciencia.

Una vez tengas la mezcla:

  1. Riega la mezcla para comprobar el drenaje. Echa unos 3l de agua por cada 10l de mezcla (aprox.). El cannabis necesita un suelo con una buena capacidad de drenaje, que mantenga la humedad y que, a su vez, sea capaz de secarse casi por completo entre riego y riego. Espera 24 horas y analiza los resultados. Para ello coge un puñado de mezcla. La mano debe quedarte húmeda, pero no mojada. Si todavía está mojada añádele más fibra de coco (si prefieres puedes añadirle vermiculita).
  2. Comprueba el ph. Deberás esperar 24h más para volver a regar y comprobar que el ph esté entre 5,5 y 6,5. Si es demasiado alto, agregarle más compost hará que vaya descendiendo lentamente (no añadas azufre o sulfato de hierro, aunque son ecológicos y es verdad que bajan el ph, son tóxicos para muchos microorganismos y su acidez perjudicaría gravemente la vida del suelo). Si por el contrario el ph es bajo añádele más calcio. La dolomita también es eficaz para subir el ph, es de origen orgánico y también te aportará magnesio, hierro y otros minerales.
  3. Tu suelo ya está listo para la siembra. Ahora puedes plantar en semilla o desde esquejes (que vengan de suelo orgánico, claro).

Nuestros consejos:

  • Las lombrices pueden ser unas buenas aliadas: se comen las raíces muertas y los hongos dañinos, airean la tierra y aportan una fuente de nutrientes constante. Añadiendo lombrices vivas al suelo aseguras alimento a las plantas durante todo el cultivo y eliminas la necesidad de ir añadiendo compost.

Puedes comprar lombrices vivas o hacer tu propio vermicompost (compost con lombrices). Ojo, si tu suelo tiene lombrices ¡no uses fertilizantes minerales! Las matará.
Las lombrices estarán a sus anchas en superficies grandes o en exterior. Si tus macetas son pequeñas también puedes usarlas, pero cuando se les acabe el alimento se irán o morirán.

  • Los mini tréboles o los tréboles blancos son grandes compañeros de suelo para tus plantas. Cuando tus plantas hayan crecido un poco (4 o 5cm) esparce unas semillas sobre la superficie del suelo. Los tréboles aportan micronutrientes muy necesarios en ciertas etapas de crecimiento, fijan el nitrógeno a la tierra y  ayudan a mantener la humedad.

 

  • Agregar melaza al agua (una o dos cucharadas) ayuda a estabilizar la población de microbios beneficiosos.

 

  • Cuidado con el agua. El agua del grifo contiene cloro y químicos que pueden ser mortales para las bacterias de tu suelo, además desequilibra el ph. Utiliza agua osmotizada o agua de lluvia.

 

  • No uses fertilizantes químicos. No es solo por una cuestión ecológica. Estos fertilizantes contienen sales que pueden ser tóxicas para los organismos del suelo. Además acidifican y resecan el suelo.

 

  • No uses pesticidas, aunque sean ecológicos. Equilibra tu suelo para combatir cualquier problema de plagas o hongos. Los pesticidas se cargan los organismos beneficiosos, promoviendo la aparición de hierbas y plagas que estos organismos deberían mantener a raya. Además, la falta de organismos apelmaza el suelo y lo compacta.

El super suelo

Subcool, experto cultivador y fundador del banco de semillas TGA, popularizó su propia mezcla de suelo orgánico. Como hemos comentado anteriormente, no existe una receta única. Sin embargo, para nosotros es de ley mencionar la labor de este destacado cultivador en este ámbito.

La gracia de esta técnica, más allá de una larga lista de ingredientes, es que el suelo no es homogéneo, sino que está formado por dos capas:

  • Suelo base: es la capa superior del suelo, donde se planta. Contiene todo lo que la planta necesitará durante la fase vegetativa de su crecimiento.

 

  • Super Suelo: capa más profunda que contiene una gran cantidad de nutrientes. Durante la fase vegetativa las raíces se hallan por encima de ésta y no es hasta la floración, cuando necesitan más nutrientes, que llegan hasta aquí.

A continuación encontrareis un video donde se detalla el proceso y los ingredientes que Subcool usa para el Super Soil.

Para la próxima cosecha

Una vez recolectados los preciados frutos de tu cosecha, simplemente corta las plantas cerca de la base y desentierra las raíces. No te preocupes si quedan algunas raíces viejas, tallos o restos de hojas. Toda esta materia orgánica pasará a formar parte del ecosistema.

Ahora es el momento de mantener la tierra viva, protegida y nutrida. No debes volver a hacer la mezcla, la gracia de un suelo vivo es mantenerlo y que cada vez sea más resistente. Sin embargo, si que debes ayudar a su equilibrio y regeneración. Añade compost a la superficie del suelo (¡no remuevas la tierra!) para aportar una buena cantidad de alimentos. ¿Qué les ha faltado a tus plantas? Agrega trichoderma, micorrizas, algas, calcio... En función de los déficit que hayan mostrado tus plantas a lo largo del cultivo.

Una buena idea para ayudar a tu suelo a regenerarse son los cultivos de cobertura (como con los tréboles anteriormente). Hazte con un puñado de habas, guisantes o vezas (ecológicos, si no lo son no crecerán) y espárcelas entre cultivo y cultivo, añade el compost encima. No hace falta que crezcan demasiado ni mucho menos que te dediques a cultivarlas, puedes cortarlas cuando lo precises. Las raíces de estas leguminosas fijan el nitrógeno a la tierra y actúan en simbiosis con las micorrizas. Al suelo le es más fácil mantenerse vivo si mantiene un intercambio continuo con plantas.

En este punto nadie conoce tu suelo y tus plantas mejor que tu. Es el momento de mejorar. Tras el primer cultivo valora los resultados y aprovecha para rectificar y suplir las carencias de tus plantas desde el suelo, así obtendrás plantas cada vez más sanas y de mejor calidad.

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